La amenaza de la televisión y el temor a su popularización y a que acabase con la radio (no era una simple opinión, realmente se llegó a temer que ocurriera) hizo que algunos fabricantes "se pusieran las pilas" y, aparte de ofrecer aparatos de radio para la sintonización habitual de AM (y SW en algunos casos, incluida), ofertaran a sus clientes algún extra más. Así, de receptores con la única posibilidad de recibir las transmisiones de Onda Media, se pasó a receptores con posibilidades de lo más variopintas en cuanto a las frecuencias que eran capaces de recibir.
Uno de esos extra eran los aparatos de radio que podían sintonizar con las emisoras de los aviones, pudiendo escuchar las conversaciones de radio entre la torre de control y las cabinas de los pilotos. La intención era ofrecer, a aquellas personas que viajaban mucho, un curioso entretenimiento y, por qué no, un extra de información.