No deja de llamarme muchísimo la atención la importancia que tienen los objetos "de mentira" en la sociedad de consumo actual. Es cierto que "juguetes" de este tipo (y parecidos) siempre han existido, pero estaban destinados a lo que eran: a divertir a los niños. Hoy, esos objetos sirven para "mostrar sueños", realidades de un "mundo feliz" que intentan vendernos, pero que no es real.
Los "dummies" o maquetas nos muestran lo ideal de un artículo inexistente. Tiendas de móviles, de ordenadores e incluso relojerías mostrando objetos ficticios, tan perfectos y bien ensamblados que parecen ideales. Y lo más increíble es que a veces, en este mundo "de la mentira", tienen utilidad: pilas que no son pilas, o tornillos que no son tornillos, pero que son capaces de sustituir en parte a los originales y de cumplir una labor que los objetos actuales, tan tecnológicos, complejos y exquisitos, son incapaces de satisfacer.