El paso de las válvulas de vacío o termoiónicas, que había que esperar a que se calentaran para que la radio empezase a funcionar, a los transistores de estado sólido, trajo consigo toda una revolución en la electrónica. En ese campo fue sin duda uno de los mayores avances jamás visto por los hombres. No solamente permitió producir aparatos electrónicos más pequeños, ligeros y robustos (y también de menor consumo), dando paso a partir de entonces a lo que se conocería como microelectronica, sino que también abarató los precios de los circuitos (ahora sí, integrados), pudiendo reunir toda la circuitería en una placa y favoreciendo su producción en masa.
Durante los siguientes años el transistor fue haciéndose con el mercado, sustituyendo en casi todo a las válvulas de vacío. Uno de los primeros aparatos en aprovecharse de este significativo avance fue indudablemente la radio. Hasta tal punto influyó en su historia que a la radio se la llegó a denominar "transistor", equivocadamente porque para ser justo tendría que ser "transistores", ya que un receptor de radio lleva varios.
Por esa misma razón antiguamente era habitual que el fabricante informara sobre el número de transistores que llevaba el receptor que vendían. Como si de los rubíes de un reloj mecánico se tratase, se suponía que, cuanto más transistores llevase la radio mayor era su complicación y, por lo tanto, su calidad. Era habitual que en el exterior de la radio se pusiera la información de que su circuito incorporaba seis transistores, aunque también las había de ocho, e incluso de diez.
A nivel popular, de la calle, con un público poco habituado a terminología electrónica, con la única información que daban los periódicos como el principal medio periodístico, y la radio aún en sus primeras manifestaciones de popularidad, el número de transistores escrito en la carcasa era la única "guía" de conocimiento para los potenciales compradores de esos aparatos.
La estética de la radio en aquellos años cincuenta y sesenta era otra de sus características y singularidades más llamativas. Muchas marcas seguían la imagen de los automóviles, y en algunos aparatos se podía ver un diseño que recordaba a los famosos diseños de los motores V 8 o V 6, aunque en este caso, por supuesto, haciendo referencia al número de transistores y no al número de cilindros.
En otros casos, en un guiño al más puro estilo art-decó, esa información del número de transistores iba con el número escrito, todo ello con toques brillantes y cromados, como los automóviles.
Para los años setenta y ochenta ese estilo de receptores de radio ya había desaparecido, aunque todavía algunos fabricantes añadían el término de "solid state" ("estado sólido") en referencia a ese mismo tipo de circuitería que abriría una brecha, un antes y un después para siempre, en la historia de la electrónica y su desarrollo y popularización.
| Redacción: ccniRadio
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